En un mundo lleno de preguntas, dudas y corrientes un poco extrañas, nuestra fe en Dios puede ser un desafío. Más aún cuando entendemos que, como hijos de Dios, nuestro deber es compartir las buenas nuevas con otros y, muchas veces, esos otros nos hacen preguntas que nos paralizan. Estas nos asustan a tal punto que no sabemos que responder.
En la Biblia encontramos un versículo en 1 Pedro 3:15 (NVI) que nos dice “… estén siempre preparados para responder a todo el que pida razón de la esperanza que hay en ustedes, en otra versión dice:” … estad siempre preparados para presentar defensa’ (Reina Valera 1960). Esto nos indica que debemos estar preparados para dar una explicación de nuestra esperanza, porque en algún momento vamos a ser cuestionados.
Es fácil hablar del clima, de la delincuencia, de política, de deporte y de tantas otras cosas y seguir con una conversación fluida, incluso somos capaces de defender nuestra postura, pero cuando se pronuncia la palabra “Dios” se siente un silencio.
Lo más probable que, donde vayamos o estemos, Dios no sea el tema del cual quieran hablar, pero nosotros como discípulos debemos llevarlos a hablar de Dios, debemos buscar un momento en el cual se pueda incluir nuestra fe en cualquier tipo de conversación, es difícil, lo sé, pero es un mandato de Dios hacerlo. Es fácil hablar del clima, de la delincuencia, de política, de deporte y de tantas otras cosas y seguir con una conversación fluida, incluso somos capaces de defender nuestra postura, pero cuando se pronuncia la palabra “Dios” se siente un silencio y la mayoría de las veces no es porque no sean creyentes o ateos, es porque muchos sí creen en Dios, pero les da vergüenza o simplemente piensan que hablar de fe, no le interesa a nadie.
Entiendo que a veces se te hace difícil hablar de Dios por temor al rechazo, a las burlas o preguntas como por ejemplo “Sí Dios existe, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo? ¿ alguien ha visto a Dios? o ¿dónde estaba Dios cuando murieron tantos inocentes en un atentado? Estos son solo algunos de los tantos ejemplos que se podrían dar. Es por esto que debemos estar preparados, para poder responder a aquellas inquietudes y no solo quedarnos con un sermón de un día domingo o un estudio bíblico, sino que debemos leer la palabra, escudriñar haciendo nuestras propias preguntas y tener una relación con el Espíritu Santo en la oración, de esta manera tendremos una panorámica más clara del por qué creemos en lo que creemos y así estar confiados en nuestras respuestas.
Es por esto que debemos estar preparados, para poder responder a aquellas inquietudes y no solo quedarnos con un sermón de un día domingo o un estudio bíblico, sino que debemos leer la palabra, escudriñar haciendo nuestras propias preguntas y tener una relación con el Espíritu Santo.
Muchos creyentes nunca se han tomado el tiempo de pensar las razones de sus creencias o cómo defenderlas, entonces cuando alguien los desafía sienten una sensación de pánico. ¿Cómo debemos responder? acá unos consejos prácticos:
Hablar con mansedumbre
Generalmente cuando alguien cuestiona nuestra fe lo hace con arrogancia y sarcasmo, pero debemos mantener la calma para poder ser escuchados
“estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia “1 Pedro 3:15 RV 1960.
Hablar con respeto
Es importante mostrar respeto por la persona que cuestiona nuestra fe, “reverencia” es la palabra que usó el apóstol, la educación y el buen trato pueden dejar un buen testimonio frente de quien nos cuestiona.
No discutir
Debemos cuidar de no caer en las provocaciones de quien nos está cuestionando, no debemos llegar al extremo de levantar la voz ni tampoco es necesario discutir, el apóstol Pablo decía “recibid al débil en la fe pero no para contender sobre opiniones” (Romanos 14:1)
No intimidarse
No permitas ser intimidado, no te avergüences y mira directo a los ojos de aquellos que te cuestionan recuerda que el Señor está contigo como estuvo con los primeros discípulos cuando pidieron denuedo para predicar. (Hechos 4:29)
Cuenta tu testimonio
Cuando no sepas qué responder cuenta lo que Dios ha hecho en ti, usualmente nadie puede cuestionar lo que Dios ha hecho en tu vida y eso es el argumento más sólido que tienes delante de los incrédulos
Es importante vivir acorde a nuestra fe, tener una vida coherente con lo que creemos, no podemos hablar una cosa y hacer otra, no solo nuestra lengua debe hablar sino también nuestros actos. Activa tus hábitos espirituales, acércate cada día más al Señor, recuerda que es Él quien va contigo.
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