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Mildred Iriarte

Mente y corazón: en las manos del Escultor

Actualizado: 18 feb 2024



Nuestros pensamientos y nuestras emociones están más conectados de lo que creemos, es por esta razón que todos los días estamos tomando decisiones y como consecuencia de ello, nos vamos perfilando según nuestros comportamientos, sean racionales o emocionales.


Cuando Dios nos creó, nos hizo seres con emociones, seres pensantes, con características que determinan nuestra personalidad. Por alguna razón, Dios nos dejó el gran mandamiento, que debiese ser el fundamento de fe: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30, Reina Valera 1960). Así, "corazón...alma...y mente" abarcan todos los aspectos de nuestra personalidad, ser y pensamientos, y todo lo que influye en nuestros sentimientos, creencias, deseos e intenciones; ninguna de las tres se puede puede ver ni vivir por separado.


Así, "corazón...alma...y mente" abarcan todos los aspectos de nuestra personalidad, ser y pensamientos, y todo lo que influye en nuestros sentimientos, creencias, deseos e intenciones; ninguna de las tres se puede puede ver ni vivir por separado.

Entender el gran mandamiento es una enorme responsabilidad, ya que establece un orden en la estructura de nuestra mente. Por algo en Su palabra se dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2, RVR). Hágase las siguientes preguntas: ¿cómo percibo el mundo actualmente? ¿Estoy siendo influenciado por el sistema de este mundo? ¿Está mi mente siendo moldeada por lo que dice Su palabra o por lo que estoy consumiendo?


Podemos llegar a ser escultores de nuestros propios pensamientos, pero sin duda, al aplicar el gran mandamiento como un tesoro prioritario, permitimos que Dios sea nuestro escultor por excelencia. ¡Qué hermoso pensamiento!, ¿cierto?


Amar a Dios con todo lo que Él nos manda es un desafío constante, no solo en la actualidad, sino durante toda nuestra estadía en la tierra. No es fácil, ya que nuestras emociones son engañosas y, si no lo tenemos claro, seremos seres fluctuantes, viviendo gobernados por nuestras emociones, por lo que vemos,  por lo que nos dicen o por sensaciones. Sin embargo, creo que usted y yo deseamos ser gobernados por nuestro Dios, quien es el padre de toda la tierra.


Podemos llegar a ser escultores de nuestros propios pensamientos, pero sin duda, al aplicar el gran mandamiento como un tesoro prioritario, permitimos que Dios sea nuestro escultor por excelencia. ¡Qué hermoso pensamiento!, ¿cierto?

Es necesario todos los días recordar y pasar por nuestro corazón esta palabra “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu…”.


Recuerde y medite en lo siguiente:

1.      El amor de Dios hacia nosotros no cambia y este debe ser nuestro estándar de amor.

2.      No podemos vivir a nuestra manera, tiene que ser a la manera de Dios.

3.      Si no entendemos el primer mandamiento, viviremos en caos.

 

¡Bendiciones!

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