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Soledad Serrano

Encarnación Divina: Jesús 100% Dios y 100% hombre




Estamos ad-portas de celebrar la Semana Santa, donde muchas personas vuelven a conectarse con el sacrificio de Jesús en la cruz. Recuerdo que cuando era  niña en esos días, para hablar teníamos que hacerlo casi susurrando, se cocinaba algo sencillo, no se escuchaba música, ni se limpiaba la casa, todo esto,  porque era un tiempo de reflexión y recogimiento por lo que Jesús había hecho por nosotros. Luego, al pasar esos días, todo volvía a la normalidad. Claro, hay un punto importante que mencionar, mi familia y yo no habíamos tenido un encuentro con Jesús. Lo veíamos como un ser maravilloso que nació en Belén de una mujer virgen llamada María, que pasó por la tierra realizando milagros,  tuvo amigos, una familia, y que, finalmente,  murió en una cruz por amor a la humanidad. En resumen, un ser humano perfecto digno de imitar.

Mi comprensión finita como ser humano era tan limitada que no entendía la divinidad de Jesús, no comprendía que era más que el hijo de Dios;  era Dios mismo que se encarnó para ser parte de nosotros acá en la tierra. No lograba comprender cómo podía ser Dios y Jesús al mismo tiempo, hasta que tuve un encuentro real con Él y su Espíritu Santo iluminó mi entendimiento para comprender este misterio.


La existencia de Jesús trasciende en el tiempo y el espacio; no fue creado, sino que  Él creó todas las cosas, por ende, tenía contemplado encarnarse para vivir en la tierra. Tuvo muchas razones para hacerlo, a continuación, nombraré tres de ellas.


La existencia de Jesús trasciende en el tiempo y el espacio; no fue creado, sino que  Él creó todas las cosas, por ende, tenía contemplado encarnarse para vivir en la tierra

1.        Revelar a Dios a los hombres.

“…el que me ha visto a mí, ha visto al padre” (Juan 14:9, Nueva Versión Internacional). En el pasado Dios se reveló a través de profetas, del fuego, de milagros, de lideres, pero nunca con una cara visible. La encarnación fue la forma práctica de decir, todo lo que yo digo, hago, pienso, creo, eso es Dios; a través de la encarnación, Dios se reveló a nosotros. Jesús fue la máxima revelación para la humanidad.


2.       Comunicar el ejemplo de santidad.

Jesús dijo que seamos Santos como él es Santo (1 Pedro 1:16). La santidad no se limita a un  instante  o al  momento en el que estoy en la iglesia, o cuando alguien me ve, sino que es un estilo de vida. Hay áreas de nuestras vidas, donde nos cuesta actuar con santidad, pero tenemos el ejemplo de Jesús quien fue 100% Santo, por eso su sacrificio fue aceptado.


3.       Promover el sacrificio perfecto por los pecadores.

En el pasaje bíblico de Hebreos 10:1-10, se nos enseña que ya no es necesario hacer sacrificios para que Dios perdone nuestros pecados, pues Jesús ya lo hizo por nosotros. Al aceptarlo a Él como nuestro único Señor y Salvador, somos justificados ante Dios.


Estas son solo algunas razones por las que Jesús ya había contemplado su encarnación. ¿Cómo podemos entender que Jesús era Dios mismo acá en la tierra? La encarnación de Cristo es hipostática, es decir, tiene dos naturalezas: Deidad perfecta de Dios (Colosenses 2:9), es Dios en todo su esplendor,  y Humanidad perfecta (1 Timoteo 2:5), es Jesucristo en todo su esplendor, es decir era 100% hombre y 100% Dios. Nadie tiene esa naturaleza, ninguna persona es animal y humano a la vez, o cosa y humano, sólo Jesús puede ser verdaderamente Dios y verdaderamente hombre sin dejar alguna de las dos naturalezas. Por esto no hay otro que nos pueda salvar, no hay otro que pueda cumplir todas sus promesas, no hay otro que nos pueda dar Paz (Juan 14:27).


Sólo Jesús puede ser verdaderamente Dios y verdaderamente hombre sin dejar alguna de las dos naturalezas

La Biblia en Filipenses 2:9-11 dice: “por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la Gloria de Dios padre” (NVI).


Jesús es el único digno de ser exaltado, es el único que merece toda la Gloria, sólo ante Él debemos arrodillarnos y sólo en Él podemos encontrar lo que necesitamos. 


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