Ser un discípulo de Jesús no solo es seguir enseñanzas, sino también construir una casa espiritual sólida. Ninguna casa se construye de un día para otro; toma muchos meses, incluso años. La casa donde vivo junto a mi familia ha tomado muchos años para quedar como queremos. Se han armado y desarmado habitaciones, y cada año le hacemos mejoras para que luzca lo más linda posible. Al principio, solo se construyeron tres habitaciones, era pequeña, por lo que fuimos poco a poco construyendo algo más grande, donde pudiéramos vivir cómodamente. Con el tiempo se logró construir un segundo piso, lo que hizo que viviéramos mucho más cómodos, pero siempre se están haciendo mejoras, todo por lograr hacer algo cómodo y acogedor. Cada habitación de una casa es construida para un fin en especial (dormitorio, sala de estar, baño, cocina, etc.) y está equipada con lo necesario para que cumpla su fin. La sala de estar y el comedor son lo primero que las personas ven cuando entran a la casa, por lo que es lo primero que ordeno y trato de que siempre se vea bien.
Así es nuestra vida espiritual, siempre está en constante construcción y cada día debemos ordenarla y limpiarla. Pero, a diferencia de una casa, debemos hacerlo en todas nuestras áreas, no solo en aquellas que las personas ven, sino también en aquellas que están tan ocultas que solo las veo yo. Son en esas áreas donde tenemos que enfocarnos. Muchas veces pensamos que tenemos bien cerrada la puerta y que nadie más puede entrar en ella, pero olvidamos que, si cerramos una habitación por mucho tiempo, se empieza a juntar polvo, insectos, telarañas, provocando que lo que esté dentro se empiece a descomponer. Esa descomposición que se genera es tal que con el tiempo lo que se junta en esa habitación comienza a contaminar las demás. Empiezan a salir las arañas, insectos y ratones, porque se han reproducido de tal manera que ya es imposible que sigan encerrados allí. Esto también sucede con las habitaciones espirituales. Si no somos capaces de limpiar y abrir la puerta de cada una de ellas, tarde o temprano empezarán a contaminar todo. Olvidamos que hay una persona que sabe absolutamente todo lo que hay dentro de cada habitación y que nos puede ayudar a limpiarlas correctamente; esa persona es Dios.
Así es nuestra vida espiritual, siempre está en constante construcción y cada día debemos ordenarla y limpiarla.
Como discípulos, necesitamos construir nuestra casa espiritual de manera sólida. Para ello, necesitamos sabiduría, pero no cualquier sabiduría, sino la que viene del cielo. ¿Y cómo la obtengo? En Santiago 1:5 (Nueva Versión Internacional) dice: "Si alguno de ustedes le falta sabiduría, pídansela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie". Quizás estás pensando: "Yo soy una persona sabia, sé cómo administrar mi vida, sé cómo enfrentar problemas, soy organizado, he obtenido buenos logros, tengo títulos, etc.". Pero créeme, la sabiduría de Dios es diferente a la sabiduría humana. La sabiduría humana se basa en acumular conocimientos a través de sus experiencias y educación, sacando sus propias conclusiones. Esto les brinda una apariencia de ser un hombre o una mujer inteligente, lo que muchas veces los lleva a convertirse en una persona arrogante e idolatra, pensando que está por encima de los demás porque ha adquirido mejores conocimientos. En cambio, la sabiduría de Dios nos da fortaleza, consuelo y orientación, nos hace reconocer que Dios es Dios, que Él puede y yo no.
Como discípulos, necesitamos construir nuestra casa espiritual de manera sólida. Para ello, necesitamos sabiduría, pero no cualquier sabiduría, sino la que viene del cielo
No dudes en pedir sabiduría a Dios, recuerda que está disponible para todo aquel que la desee. Hay muchas cosas que nos pueden ayudar a obtenerla, entre ellas están las siguientes:
La oración: nunca pares de orar, es una forma poderosa para conectarnos con Dios y así ser guiados por Él.
Leer y estudiar la Biblia: este hábito nos permite conocerle más y aprender lo que es correcto.
Aprender de aquellas personas que son maduros espiritualmente y que nos pueden dar buenos consejos de parte de Dios.
Todo esto nos ayuda a tener cimientos sólidos y hace que cada habitación de nuestra casa espiritual sea construida en base a la sabiduría que viene del cielo. Esa sabiduría real y perfecta que nos hace entender las cosas desde el punto de vista de Dios. Y tú, ¿has pedido sabiduría?
¡El Señor te bendiga!"
Que buen artículo y muy claro en su intención.
Que el Señor sea siempre nuestro jefe de obras y cambie todo lo que se deba cambiar en nuestra vida.
Me encantó el Artículo cómo se compara nuestra casa con nuestro corazón y las habitaciones y las partes de nuestro corazón es una forma muy práctica de poder seguir el buen consejo ...que el Señor me muestre cada día cuál habitación limpiar y permita abrir esas habitaciones encerradas con candado ... También esas que aún no se que existen ...MUCHAS GRACIAS ..