La vida diaria puede estar llena de desafíos y problemas que van desde lo más
cotidiano hasta lo más complejo que podamos imaginar, que nos lleva a preguntarnos ¿Por qué debo enfrentar tantas dificultades? A veces pensamos que, por ser discípulos de Cristo, estamos exentos de cualquier obstáculo o contratiempo, pero no es así. Jesús dijo “...En este mundo afrontaran aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33 Nueva Versión Internacional). Esta palabra nos hace darnos cuenta de que los problemas, no solo son inevitables, sino también necesarios para nuestro crecimiento espiritual y personal.
Los problemas, no solo son inevitables, sino también necesarios para nuestro crecimiento espiritual y personal.
Los problemas existen por la naturaleza del mundo caído. Desde que Adán y Eva pecaron, la creación ha estado bajo los efectos del pecado y la corrupción. La Biblia en Romanos 8:22 nos recuerda que: “Sabemos que toda la creación gime a una, como si tuviera dolores de parto”(NVI). Esta realidad implica que el sufrimiento y los problemas son parte de nuestra existencia.
Dios usa cada dificultad para moldearnos, para mostrarnos su amor, gracia y misericordia. Cada prueba hace crecer nuestra Fe y confianza en Él (1 Pedro 1:6-7). De esta manera, nos enseña a confiar más en Dios y menos en nuestras propias fuerzas, nos ayuda a crecer en nuestra relación con Él y a desarrollar frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Es a través de los momentos tormentosos cuando más nos hacemos dependiente de nuestro Padre Celestial. Es cuando atravesamos momentos de dificultad y desesperación, donde más acudimos a Él y clamamos.
2a de Corintios 12:9 nos asegura que su Gracias es suficiente y que su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
Dios usa cada dificultad para moldearnos, para mostrarnos su amor, gracia y misericordia. Cada prueba hace crecer nuestra Fe y confianza en Él.
Nuestros problemas pueden servir como un testimonio poderoso de la fidelidad y del poder de Dios. Cuando otros nos ven cómo enfrentamos las dificultades con fe y esperanza, pueden ser fortalecidos. Además, nuestras experiencias pueden ser de gran ayuda para ministrar a otros en situaciones similares, porque es en las dificultades donde el Señor nos capacita. 2a de Corintios 1:3-4 dice: “Alabado sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podemos consolar a todos los que sufren” (NVI).
Los problemas nos recuerdan que dependemos de Dios y nos enseñan a ser más como Cristo.
Aunque los problemas del día a día, son una parte inevitable en nuestra vida, como creyentes podemos enfrentarlos con esperanza y confiando que Dios tiene el control de todas las cosas y, además, tiene un propósito divino. Los problemas nos recuerdan que dependemos de Dios y nos enseñan a ser más como Cristo. En medio de las pruebas, podemos encontrar consuelo en la promesa de que Dios está con nosotros, trabajando en todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28). Que cada dificultad que enfrentemos nos acerque más a Jesús y nos fortalezca en nuestra Fe, recordando siempre que, en Cristo somos más que vencedores.
El Señor te Bendiga.
Comments